Puede que haya tres ideas interesantes para quienes nos gusta la música.
La primera es que a algunos nos dan ganas de tocar. Entonces buscas instrumento y profesor y te pones a ello. No voy a decir que sea el camino más sencillo del mundo. Tocar requiere tiempo, incluso de forma amateur, y, guste o no, hay veces que no queda más remedio que repetir algo hasta que sale. Es decir, estudio y gusto van tan entrelazados que uno sin el otro son casi impensables.
La segunda es que apetece escuchar música en directo. Por mucho que uno tenga la costumbre de escuchar discos, no hay nada como la música in vivo. Puedes conocer toda la discografía de Paul O’Dette pero jamás he tenido experiencia parecida a estar en una sala grande y sentir como, con un pequeño laúd, es capaz de hipnotizarnos hasta el punto de que no se escuchase un ruido.
Y la tercera es que nos gusta tanto la música que no podemos parar de escucharla si estamos en casa. Y ya no solo eso sino que, partiendo de las dos primeras, es difícil conformarse con cualquier cosa. A eso me he dedicado.
