Recuerdo mi primera clase de vihuela. Iba un tanto nervioso porque había preparado alguna pieza de manera autodidacta pues desde que recibí el instrumento hasta que encontré profesor habían pasado unos meses. Evidentemente recibí gran cantidad de consejos, pero hubo uno especialmente que me marcó: que el instrumento sonaría mejor en temperamento mesotónico, y que para ello tendría que modificar los trastes.
Mi primer instrumento musical fue un piano. Dediqué muchas horas a estudiar técnica, a aprender música, primero con un profesor particular y luego en el conservatorio, y no obstante en ninguna ocasión nadie mencionó nada del temperamento. Por supuesto que vi a algún afinador trabajar sobre mi piano, y cómo hacía para que aquellas notas que sonaban a rayos volvieran a ser ellas mismas. Pero simplemente asumí una serie de ideas que ahora, tras un tiempo de estudio, resultaron ser equivocadas.
Cuando estudié el famoso círculo de las quintas ni siquiera se me ocurrió pensar en que tenía mucho más jugo del que se veía a simple vista. Simplemente creí que si partía de do y le iba sumando quintas justas, doce quintas más tarde volvería a tener un do exactamente siete octavas por encima de donde empecé. Como muestra la imagen inferior de Wikipedia, así de sencillo.

¿O no?
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