Es curioso que en la introducción de su libro de vihuela, Milán asegura que las piezas irán en orden de dificultad creciente, tal como un maestro con su discípulo. Y lo primero que uno se encuentra es una obra conforme a las manos de un principiante que en nuestra concepción actual para nada diríamos introductoria o fácil.
Menciona que se ha de tañer con el compás apresurado, lo que la hace aun más complicada dada su estructura y las posiciones de la mano izquierda (ej. compás 35). Este es mi segundo año desde que empecé con la vihuela y solo ahora, en el momento de publicar esta transcripción que hice para estudiarla, puedo decir que soy capaz de tocarla de corrido; y aun así con bastante inseguridad y ni de lejos tal y como me gustaría.
Por eso mismo le tengo cariño a la pieza. Es bonita la mezcla de composición e improvisación, con unos juegos imitativos interesantes y una parte final que me parece especialmente emocionante. También parte del cariño viene de que gracias a ella volví a comprender la importancia de estudiar muy despacio, con metrónomo, procurando relajar todo el cuerpo y teniendo los dedos muy próximos a las cuerdas.
He de decir que tras estudiarla con la vihuela afinada en temperamento igual y en mesotónico con la quinta a 698 cents, me quedo con el segundo.
Sin más:
- Mi transcripción de la obra.
- La tablatura original.
- Y no podía dejar pasar esta interpretación de las seis primeras fantasías de Milán por Pedro Alcácer.
Chulísimo el trabajo que estás haciendo 🙂
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Gracias Cris!
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